¿Qué es fluxus Juan? Esta es la
pregunta que me hace Paco cuando estaba viendo una postal de Navidad creada por
mí para mis amigos. Rápidamente y sin pararme a meditarlo le contesté
altaneramente: “Fue una forma de arte en
la que todo se podía hacer, un arte sin límites ni restricciones”.
Días después y por unas circunstancias que más
adelante comentaré me vuelvo a encontrar con este modelo, con esta palabra,
pero antes quiero poner una pincelada académica sobre este movimiento tan
especial como discutible, pero sobre todo por la filosofía interna que encerró.
Fluxus fue un movimiento creado por George
Maciunas en 1962 y que reunió a más de medio centenar de artistas plásticos,
músicos, poetas y performers bajo consignas cercanas al surrealismo y al dadaísmo
(1).
Como indica su nombre "fluxus" -
flujo, en latín - era un continuo dejar correr en libertad ideas y obras. Quería
ser una nueva forma creativa diferente a todo lo conocido, querían que lo
irracional formara parte de su obra y que el propio observador pudiera incluso
interactuar en el resultado final para lograr una nueva dimensión. En
definitiva que cada obra se reinventara en cada momento y en cada lugar.
Su forma de exponer y crear su arte era la de
reunir un grupo de amigos y realizar proyectos concretos en Estados Unidos, Holanda,
Alemania, Francia, Suecia, Dinamarca, Japón...
Tomando esta base mas consensuada y pragmática
de este movimiento al que pedí prestado su nombre para cerrar esta postal y
proteger mi propia creación, pensando que con esta estampilla de goma que
utilizo para el “mail art” estaría resuelta la provocación o la crítica más
suspicaz, ya que las obras fueron repartidas en La Escuela de Arte de Granada.
En mi bonita ciudad hay un maravilloso
museo, situado en el casco histórico de la capital, junto a la Encarnación, esa
catedral que tantas horas y días hemos compartido en mi búsqueda de la belleza,
ya sea dibujándola o escribiendo sobre mis tardes de verano sentado sobre su
falda mientras ella me abanica con su alargada sombra.
En este Centro llamado José Guerrero hay
una exposición /concierto, llamada “Música
y Acción”, y que consta de 40 piezas para instrumentos varios, como celebración,
o más bien como homenaje de recuerdo por el centenario de John Cage (2) y el 50
aniversario de fluxus. Hace un recorrido comenzando a finales del siglo
XIX hasta los años setenta, en un ambiente cálido y sensual, donde sólo se
permite tocar y jugar con lo que allí encontramos. Debemos de involucrarnos en
los conciertos, necesitamos introducirnos en las obras, intervenir en ellas
para que de esta forma, con nuestro aporte conseguir el resultado final que
proyectaron sus autores. La acción sonora, la música que nos envuelve desde que
penetramos en el recinto, hace que disfrutemos desde ese instante de este modo
de expresión, de tal forma que nunca imaginé que ésta pudiera ser tan
vulnerable a la acción del individuo como parte del total, y por supuesto del
resultado final.
Éramos un exiguo pero muy interesado número
de alumnos de mi escuela, a las siete de la
tarde nos tenían preparada una visita guiada por las instalaciones, para que
así conociéramos y disfrutáramos de todo lo que allí había, desde un punto de
vista diferente al que pudiéramos llevar preconcebido. Nunca pudimos imaginar
cuánto de diferente es aquello, quieto, vacío y apacible como yo me lo encontré
un día después al que fui para tomar algunas notas y poder relatar esta
fantasía musical desde un plano mas formal.
Después de atravesar la nazarí plaza de Bib-Rambla,
llegamos a la calle Oficios e inmediatamente estábamos ya en el Centro llamado
José Guerrero, ya muy visitado por mi en diversas ocasiones. Como ya había
comentado nos disponíamos a ver una exposición temporal, pero todo fue muy
diferente, pues no sólo vimos, que así fue, sino que lo más importante era el
aspecto sonoro y musical del evento, sumado a la necesidad de interactuar con
los elementos allí presentes.
Al penetrar en la primera sala nos
encontramos con un magnífico piano Alemán Grotrian-Steinweg, una especie de
embudo metálico de grandes dimensiones soportado por un trípode y justo debajo
de él un tren de madera de siete vagones. A un lado de este una caja con bolas
de madera algo más grandes que pelotas de ping pong y numeradas del uno al 88 y
una pizarra. En los lados de la puerta y dándonos la espalda se encontraban dos
monitores de televisión.
Imponente el negro y brillante instrumento,
magnificado por las dimensiones de la estancia y el número de asistentes que lo
rodeábamos y por la expectación que despertaba todo aquello que nos rodeaba.
En pocas palabras el responsable de
difusión y educación del museo Don Pablo Ruiz nos explicó cómo nos llevaría a
explorar el mundo que ante nosotros se abría. Él preguntaría en todo momento y
esperaba respuestas. Siempre pediría voluntarios para ayudarle a ejecutar las
obras para que así pudieran ser representadas tal cual las diseñaron sus
creadores y poder disfrutar plenamente de la exposición/concierto, cosa que
pude comprobar personalmente al día siguiente, como ya he contado.
Pidió un voluntario, y nadie se presentó, así
que me armé de valor y me presté a contribuir a algo que aun no sabía de qué se
trataba, deje mi chaqueta y mi sombrero en el suelo y me dispuse a cooperar en
todo lo que pudiera, que en este caso se trataba de mover el tren por debajo
del gran embudo mientras el echaba las bolas dentro, repartiéndose todas ellas
entre las siete vagonetas. Terminado esto exclamé con voz gutural muy
impostada, pero solemne, muy solemne ¡estridente!
Pasado el primer silencio y desvanecido
mi grito y de la vuelta a la calma de la sala después de tamaño
estruendo de sonidos, pasó a explicarnos el siguiente paso, que sería el de
anotar las bolas de una caja cualquiera en la pizarra y en ese orden se
interpretaran al piano. Ya hemos dicho que había ochenta y ocho esferas
numeradas, que concuerdan exactamente con el número de teclas del instrumento
que va a interpretar la pieza. El modo a leer la improvisada partitura era
libre, sólo se debía seguir el orden de pulsaciones, dejando libertad par el
uso de los pedales (tres en esta ocasión por ser de “cola”), y así fue cómo se
interpretó la pieza “La Mariée mise à
nu par ses célibataires, même” de Marcel Duchamp, datada en 1913.
Después de aclarar algunas dudas y comentar
la actuación, pasó el señor Ruiz a aclarar que si el solista hubiera utilizado
los pedales, hubiese conseguido lucir más la pieza. Hubo un pequeño debate
sobre cómo y el por qué de las diferencias, cosa que no pudo aclarar de forma
convincente, así que buscó entre los asistentes alguien que fuera capaz de
tocar nuevamente las piezas, pero esta vez apoyándose también en los pedales.
En esta ocasión entono el “mea culpa”, me tuvo que convencer con la
experiencia de escucharlo de nuevo para demostrarlo, pero sobre todo para
convencerme a mí. Yo no sabía cómo se podía cambiar tanto el resultado con sólo
manipular hábilmente el pedalier y así se lo hice saber. Realmente sí que
cambió todo, aunque no resolvió mis dudas sobre cómo interactuaban estas
palancas con las teclas, para poder comprender realmente los cambios en el
resultado final.
Al día siguiente, en el que me encuentro
escribiendo esta experiencia, mis inquietudes me hacen estudiar y acercarme a
las posibilidades de este apoyo que tiene el piano y las comparto con vosotros:
El pedal derecho sirve para ampliar el
sonido y que suene más ligado y fluido.
El izquierdo sirve para todo lo contrario, apaga el sonido y se conoce como U.C (una corda), cuando lo accionas sólo suena una cuerda.
El del medio se llama sostenuto y su función es la de mantener el sonido (la nota que hayas tocado seguirá sonando, aunque sueltes la tecla, mientras tengas accionado dicho pedal).
El izquierdo sirve para todo lo contrario, apaga el sonido y se conoce como U.C (una corda), cuando lo accionas sólo suena una cuerda.
El del medio se llama sostenuto y su función es la de mantener el sonido (la nota que hayas tocado seguirá sonando, aunque sueltes la tecla, mientras tengas accionado dicho pedal).
Con esto termina la primera obra con el estruendo de las bolas golpeando en la
madera y los maravillosos sonidos del piano retumbando aún en nuestros oídos, así
que pasamos a ver dos videos, uno de Erik Satie, “Vexations”, interpretado
por John Cage, y otro de Henry Cowell “The Banshee”, interpretado por Joan
Cerveró y Víctor Trescolí.
Muy
interesante, sugestiva y profunda esta primera sala; pero sólo hay un problema,
algo que no encaja y me deja triste, un tanto apagado, algo que sólo unos días
antes había estado estudiando con gran interés y que por supuesto expuse: ¿Cómo
es posible que después de escuchar música y sonidos varios en directo, pusieran
dos videos musicales con los altavoces integrados de los monitores? ¿Cómo se
podía disfrutar de esas dos piezas faltándoles tantos armónicos? Me confesó cortésmente que estaba
todo dispuesto así, y que efectivamente tenía razón, pero no se podía hacer
nada, excepto que fuera unos días concretos en que se tocaban las piezas
directamente sobre el piano.
Me
interesaba mucho este tema que he tratado sobre la calidad de la música, sobre
estos “armónicos” a los que me he referido anteriormente, pues en
un programa de radio escuche por primera vez esta cualidad que paso a comentar
someramente.
Se
denomina serie armónica en música a la sucesión de los sonidos cuyas
frecuencias son múltiplos enteros positivos de la de una nota base, llamada
fundamental.
En una
teoría simplificada del timbre musical, cada uno de los sonidos de la serie
armónica es un componente del timbre o color del sonido representado por una
nota cuya frecuencia es la del sonido fundamental. A los sonidos de la serie
armónica, componentes del timbre, se les llama sonidos armónicos o simplemente
armónicos.
Una nota hace 12 armónicos, porque pone en
resonancia las 12 notas de la escala musical (con medios tonos y sostenidos).
Por definición, el sonido digitalizado pierde
información. Cuando se crea un CD, el sonido analógico se muestrea a 44100Hz
(es decir, se toman 44100 muestras por segundo) y se limita el rango de
frecuencias (16 bits, ó 2^16 = 65536 valores distintos), lo que provoca que la
calidad de sonido se reduzca y no suene tan natural. Por tanto, la música afinada a 440 Hz es
música muy pobre, como la que nos encontramos en la muestra, que además se
amplifica por el corte abrupto del piano a la música digitalizada y grabada en
el año 1960 y 1961 respectivamente que es la que nos presentan como muestra, y
que agradezco, pues es muy difícil poder ver y oír esto, y además que te lo
presenten todo tan bien envuelto y preparado para ser disfrutado en la forma que
quizá ellos hubieran querido.
Como nota
curiosa destaco que: La frecuencia del planeta Tierra es de 8 Hz. Las ondas
alfa, la frecuencia del cerebro en estado de relajación profunda, son ondas a 8
Hz. Afinar a 440, hace que la base no sea 8, sino 8’25, lo cual significa que
los armónicos que generan no son armónicos con el planeta.
En definitiva
es lo que burdamente quise expresar al guía de la exposición y al resto de mis
compañeros.
Como había
relatado, me interesó el tema unos días antes, y fue tanto mi interés, que buscando información, descubrí que el
propio Steve Jobs, padre del primer ordenador personal (el Apple I) y fundador
de Apple Computer tenía en su casa un reproductor de discos de vinilo, junto
con una gran colección de ellos, pues amaba la música, y por tanto le gustaba
escucharla con la máxima calidad posibles, es decir sin perder “armónicos”,
porque el ser humano funciona en un rango de frecuencia que va de 16 a 32
Hertzios, lo que equivale en la escala musical, del do al do, o sea, una octava,
y así quería él disfrutarla.
La primera alteración física que podemos notar cuando
llevamos un rato escuchando música a 440 Hz , es cansancio, fatiga, ganas de no
hacer nada, y esto sucede porque los armónicos de la música no encajan con la
frecuencia vibratoria del ser humano y esto nos hace sentir inseguridad, miedo,
angustia y desorden interno.
Con esto no quiero decir que sintiera
ninguno de estos desórdenes, puesto que el tiempo fue extremadamente corto para
poder llegar a esto, pero si lo suficiente para no llegar a disfrutar en su
plenitud los acordes interpretados.
Finalizada esta maravillosa experiencia y
después de subir a la primera planta por unas magníficas escaleras diseñadas en
escorzo y con peldaños de fina madera pulida,
pude disfrutar de infinidad
de experiencias sensoriales, como fue Nam
June Paik “One for Violin Solo”, en el cual vemos como destroza
un Violin delante de los espectadores. Preguntados por los significados, hubo
varias respuestas, que no voy a describir aquí, pero conceptualmente, lo que quería
transmitir era que esa intervención formaba parte de los sonidos, de la música,
una música única e irrepetible y de la que ya formábamos parte.
Interesante
la propuesta de George Brecht’s, con su propuesta de: “Motor Vehicle Sundown. Motor Vehicle Sundown”. Me sorprendió claramente por lo arriesgado, pero sobre todo
que en el año 1961 pudiera reunir gran cantidad de coches y artistas para
interpretar esta maravillosa y sutil Performance,
auténtico arte en movimiento.
Posteriormente pasamos a otra localización
de la sala, donde se encontraba una mesa llena de juguetes, 24 pude contar,
unos eléctricos, pero la mayoría eran para manipularlos manualmente, se
necesitaban tres voluntarios para realizar esta nueva actividad, que nos
invitaba a realizar Alice J. Benham de la mano de nuestro ya entrañable guía,
y se trataba de interpretar una pieza musical concebida como un juego de
números que coincidían con las letras de su nombre, con los cuales hizo una
partitura de tiempos e instrumentos elegidos por los interpretes, en este caso
fueron los propios visitantes.
Divertido
hasta decir basta, no puedo saber cómo fue el sonido, estaba muy preocupado en
poder hacer algo, contar tiempos, elegir juguetes, aprender a jugar con ellos, un
maravilloso y lúdico momento rememorando mis niñez y con la libertad absoluta
que da la edad y el aplomo de mi analfabetización musical. Juego recomendable y
liberador. Rememoro ahora mis recuerdos del día de los Reyes Magos, esas maravillosas
vivencias de la Epifanía del Señor que llevamos todos en nuestro interior.
El
siguiente paseo fue acuático y nos lo dio John Cage, en su performance "Water Walk",
donde pudimos interpretar los sonidos del agua y de los fluidos ya libremente y
con más soltura, por la complicidad que nos daba el interlocutor. Cada vez éramos
más los que participábamos en los debates, con la lógica diversidad de
opiniones, enriqueciendo los contenidos finales.
Al pasar
a la siguiente estancia, descubrí algo fascinante para mí, algo que nunca había
visto ni oído, se trataba de “Experimental Music”, de John Cage
“ 4′33″.
“La pieza
puede ser interpretada por cualquier instrumento o conjunto de instrumentos. En
la partitura, con una única palabra, "Tacet", se indica al intérprete
que ha de guardar silencio y no tocar su instrumento durante cuatro minutos y
treinta y tres segundos. Aunque comúnmente se considera que se trata de
"cuatro minutos y treinta y tres segundos de silencio", algunos
teóricos de las vanguardias musicales consideran que el material sonoro de la
obra lo componen los ruidos que escucha el espectador durante ese tiempo. Con
el paso de los años 4′33″ se ha convertido en la obra más famosa y
controvertida del autor.
En
principio, la composición no guarda nada que pueda parecernos espectacular en
sí misma, pero lo que me llamó la atención fue la cámara anecoica que se
adjunta a la partitura, y que él mismo relata a continuación.
El
compositor estadounidense John Cage cuenta en un libro que en cierta ocasión,
entró en una cámara anecoica, un recinto de laboratorio diseñado para realizar
experimentos en un ambiente en el que no se produce ningún sonido. Si uno habla
en el interior, la sensación es que las
palabras tienen peso y caen desplomadas al suelo.
Cage escuchó con toda atención y llegó a la conclusión de que, a pesar de todo, oía dos sonidos, uno grave y otro agudo. Cuando preguntó a los científicos, éstos le informaron que el sonido grave era su propia sangre circulando y el agudo su sistema nervioso en funcionamiento. Cage llegó a la conclusión de que "El silencio no existe".
Cage escuchó con toda atención y llegó a la conclusión de que, a pesar de todo, oía dos sonidos, uno grave y otro agudo. Cuando preguntó a los científicos, éstos le informaron que el sonido grave era su propia sangre circulando y el agudo su sistema nervioso en funcionamiento. Cage llegó a la conclusión de que "El silencio no existe".
Después
de todo aquello, las situaciones serían de lo más variopinto, pero realmente,
yo creo que todos estábamos tan influenciados por el espíritu de aquellos
personajes, que ya nada nos llegó a impresionar, era como si estuviéramos
abducidos, pasábamos de una estancia a otra sin apenas inmutarnos.
Comentamos algunas obras, pero ya sin mucho entusiasmo, es más, el mismo
“Pendulum Music” de Steve Reich nos sumió aun más en ese letargo
que arrastrábamos escaleras arriba, hasta que finalmente interpretamos una obra
con papeles vegetales al ser rasgados, golpeados, arrugados y tantas cosas como
se nos ocurriese hacer.
Este fue
el maravilloso paseo efectuado por los mundos de John Cage y el fluxus
en Música y Acción. Exposición/concierto de 40 piezas para instrumentos varios
en Granada en el año 2012.
Ahora
entiendo un poco más este movimiento y por supuesto lo llevo más dentro de mí,
nunca más volveré a decir: “Fue una forma de arte en la que todo se
podía hacer, un arte sin límites ni restricciones”. Es algo mucho mas
profundo, es la unificación de las artes, es el arte en movimiento y vivo…
1) El Dadaísmo surge con la intención de cambiar
todo lo conocido en el mundo del arte. Es un movimiento antiartístico,
antiliterario y antipoético, ya que cuestiona la existencia del arte, la
literatura y la poesía, lo cuestiona todo por sistema. Se presenta como una
ideología total, como una forma de vivir, sin importarle nada todo lo
aprendido.
Está en contra de la belleza eterna, contra
la eternidad de los principios, contra las leyes de la lógica, contra la
inmovilidad del pensamiento y contra lo universal. Los dadaístas promueven un
cambio, la libertad del individuo, la espontaneidad, lo inmediato, lo
aleatorio, la contradicción, defienden el caos frente al orden y la imperfección
frente a la perfección.
Proclaman el anti-arte para utilizarlo como
protesta, como único vínculo para lograr el shock, el escándalo y la
provocación. Se sirvieron del montaje de fragmentos y de objetos de desecho
cotidiano.
El origen del término
Dadaísmo es confuso. La versión más aceptada dice que al abrir un diccionario
al azar apareció la palabra dada, que significa caballito de juguete, y fue
adoptada por el grupo.
El movimiento dA-dA nació en un café de
Zurich en 1916, allí se recitaban poemas y se reunían representantes de
diversas escuelas como el expresionismo alemán, el futurismo italiano y el
cubismo francés. Por esto se le conoce y es donde se le da más valor al
movimiento como cuestionador del concepto del arte, y no como destructor del
orden anterior.
2) John
Cage es una de las figuras más importantes del arte contemporáneo, no sólo por
sus innovaciones en el campo de la música sino como pensador, escritor y
filósofo. Nacido en los Estados Unidos de Norteamérica el 5 de Septiembre de
1912.
La faceta más particular que va a convertir
a John Cage en uno de los grandes innovadores musicales de este siglo y que lo
va a apartar de la tradición Europea, es la búsqueda de la "obra
abierta". Para Cage la obra de arte se tiene que abrir a la vida, y esto
trae como consecuencia la creación de obras en las que el artista se hace a un
lado y deja que los acontecimientos que existen en ellas tengan lugar simultáneamente,
sin que interfieran unos con otros. Para lograr esto él compone su música
usando técnicas de azar que determinan cada nota, cada ritmo y cada silencio de
sus obras. Consiguiendo así que las emociones surjan no de ellas, sino de la
gente que las escucha y del contexto y lugares donde estas fueran reproducidas.
Cage perseguía involucrar al espectador con
una forma de expresión que lo acercara a la vida através de su filosofía de la
"no intención" (es decir que lo que sucede esta abandonado al azar, y
no se pretende comunicar algo determinado). No quería meros espectadores,
pretendía implicar al público en la obra, que la composición final fuera una obra nueva y fresca.