viernes, 29 de marzo de 2013

SOÑABA…….





   Aun no era de día, intentaba desperezarme pero no podía, así que me deje llevar, tanto fue así que volví a quedarme envuelto en mis penumbras, pero esta vez era un dulce y profundo sopor que me elevaba mas allá de las nubes, porque realmente volaba, no era un sueño, estaba sobre el Atlántico a gran altura hasta que baje lentamente para seguir acurrucado sobre las mansas aguas del Mar del Plata.
    Nunca había pisado esas tierras, ni en sueños, era mi primera incursión de muchas que seguirían, pues encontré la paz que necesitaba junto a aquellos pájaros que me acompañaron en mi fugaz y delicioso paso por el charco que une las orillas de Argentina y Granada.
  Que bonito era todo, apacible, arrullado por un tango, aunque no estaba muy seguro si así era, pero el sonido si que era la machacona música de una bandoneón tocado por algún marinero errante perdido en alguna cala cercana.
 Así estuve horas, no se si días, pues era difícil discernir algo en aquel estado de embriaguez en que me encontraba Parecía que ya clareaba algo y del suelo iban brotando flores, bueno aún no sabia si serian flores, pues realmente la tierra parecía romperse, como si pugnara por salir algún brote vegetal, se rasgaba la superficie cada vez mas rápido, parecía que incluso le arrancara algún quejido, pues ciertamente el dolor sería intenso toda la piel rajada, abierta como una gran herida sangrante.
   Después de un rato de observación y estupor vi que se asomaba algo geométrico, como una punta de lanza, esta crecía a gran velocidad hasta convertirse en un gran y maravilloso obelisco, y la gran herida de la tierra se convirtió como por arte de magia en una gran avenida, nada mas y nada menos que la calle Corrientes de Buenos Aires.  
      Aquello me hizo recordar que mi gran amiga Ángela Vadalá  me había estado contando cosas de su tierra, del barrio donde nació, creo recordar que me dijo que era La Boca. Que preciosidad, como ella fue capaz de llevarme volando por todo su mundo con unas palabras con un gesto.
    Precioso libro, que me ha llegado muy adentro por la expresividad y su riqueza de sentimientos. Muy cuidado y sensible.
    Muchas gracias Ángela Vadalá por tu obsequio y por tu gran humanidad.

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