Benn
1905 . 1989
"Toutes ces annes furent comme un jour"
Y debajo, en una lápida más pequeña:
"La peinture c’est la vie”
"Ma vie c’est la peinture"
Esto es lo que me encuentro en
un blog de un artista español, y que paso a traducir
inmediatamente: Benn 1905. 1989 " Todo
estos años fueron como un día " debajo, en una lápida más
pequeña: " la pintura es la vida " " mi vida es la
pintura”.
Me quedo helado y rápidamente
me pongo en contacto con el autor de la página, su nombre es Lorenzo
Forné y me comenta: “Entiendo que sabes
donde está el Cementerio de Montparnasse. La lápida, como se puede
ver en la foto, estaba por la parte central del cementerio, ya sé
que esto no es decir nada pero creo recordar que era por aquella zona
por la que también me encontré con la tumba de Julio Cortázar”
Con estos datos me quedo y
busco más información acerca de mi hallazgo, puesto que me ha
resultado muy interesante y me topo directamente con la Escuela de
París, que fue un grupo heterodoxo de artistas que trabajaron en
París en el periodo de entreguerras (1915-1940) En ella hubo una
gran diversidad estilística, sirviendo para englobar a artistas de
difícil clasificación. Sin embargo, la mayoría estuvieron
vinculados en mayor o menor medida al expresionismo.
Me siento entusiasmado con la
madeja que estoy descubriendo gracias a esta extraña lápida, unos
artista englobados en esta escuela y que ya desde este momento adoro
como si de un tótem se tratara, ya que todos y cada uno de ellos me
llevan por mundos maravillosos, esos mundo en los que vivo, en esos
que habitualmente lloro, sufro y disfruto. Lugares de acción, de
devoción, pero también de angustia y dolor, mundos desolados y
tristes. Inhóspitos para el resto de los mortales, pero muy vivos
para mì, son mis paisajes, los lugares por donde transita mi vida y
mi existencia, es allí donde moro, desde donde escribo, pinto y
estudio, es mi jaula, mi extraña vida se desarrolla allí, la vida
de eso hombre indescriptiblemente apasionado con todo lo que hace
hasta el siguiente segundo, que es donde ya comienza a odiar lo
creado, lo construido…
Estoy extasiado con lo que leo,
pues el término engloba a una gran variedad de artistas, tanto
franceses como extranjeros, que residían en la capital en el
intervalo entre las dos guerras mundiales. En aquella época París
era un fértil centro de creación y difusión artística, tanto por
su ambiente político, cultural y económico, como por ser el origen
de diversos movimientos de vanguardia como el fauvismo y el cubismo,
pero sobre todo por ser el lugar de residencia de grandes maestros.
Que tiempo más hermoso debió ser ese, vivir en ese crisol de arte y
cultura, que seguramente no estaría tan cerrado como son los
actuales, aunque si hubiese pertenecido a esa época nunca los
hubiera conocido, por mi incapacidad de relacionarme durante mucho
tiempo con nadie.
Yo y mi forma de ver e
interpretar la vida hace que me sea imposible mantener amistades, ni
siquiera con artistas cercanos, a lo más que llego es a cartearme
con ellos y así escribiendo, todo es más meditado, más pausado,
siendo las interpretaciones también más abiertas, con más
escapatorias, pues no suelo decir las cosas tan directamente para así
no herir a nadie, pues las más de las veces escribo para mi, como
terapia vital. Las metáforas lo inundan todo para que yo y
nuevamente yo pueda flotar sobre esas aguas turbias sin miedo a
ensuciarme con mi torpe verbo.
Esa tumba, ese epitafio me ha
hecho escribir estas líneas aprovechando este momento de
entreguerras personales .En estos momentos de dudas con respecto a mi
última obra, de mis inconclusos “peces solubles”. Ya llevo
varias semanas esgrafiando sobre la pintura, raspando y retirando lo
que alguien pegó en su día, liberando su masa para que floten sobre
las azuladas aguas, que pueda elevarse hacia ese cielo que mira
desafiante, mis peces se sienten atrapados en la tela de araña que
tejí sobre ellos, esa red que me atrapa y me ahoga no los deja que
sean libres, nos mantiene unidos hasta el momento final en que ellos
puedan liberarse y nadar finalmente hacia su propia eternidad, que se
sientan capaces de comenzar una nueva vida en la que yo ya nada
tendré que ver. Mis queridos compañeros de viaje, esos fríos y
apelmazados azules ya no volverán a estar unidos a mí, ellos
nacieron para ser libres y por ello mantenemos esa feroz lucha desde
el mismo instante de su nacimiento. Ellos se crearon así mismos con
la ayuda de mis manos, se pintaron y finalmente se separan de mi con
los cortes del afilado bisturí que porto diariamente, ellos me guían
con precisión de cirujano para que pueda separarlos sin sufrir el
menor daño.
Espero y deseo terminar mi obra
con el menor daño posible para mi persona y los que me rodean, esos
animales pronto serán una nueva estampa que adornará una pared,
otro amor abandonado a su suerte, es la triste vida de lo creado a mi
imagen y semejanza, es el triste destino de mi obra.
Comienzo la historia en un cementerio, con un
epitafio y la termino con una cita de Vincent Van
Gogh: “Sueño mis pinturas y luego pinto un
sueño”.
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