Ya es verano, un verano muy caluroso, pero divertido y
alegre, tengo grandes proyectos desarrollándose satisfactoriamente, el
curso ya hace que terminó, nunca supe el resultado, (me quité ese
estigma). Anteayer hice mi nueva prueba de acceso a la Escuela de Arte
(cada vez que comienzo un nuevo ciclo me examinan de dibujo y una prueba
específica de lo estudios que quieres realizar).
Trabajo, escribo y lo hago durante muchas horas, pinto y dibujo,
pero sobre todo dibujo, dibujo en casa , pero también en la calle, es
una disciplina que hago desde hace cuatro años, todos los veranos salgo
con mi cuaderno a plasmar mi ciudad a interpretar los paisajes sonoros y
grises de Granada, a llenar de humo las hojas de papel y mis pulmones, a
llenar de suciedad mis pantalones y mis manos, pues mi posición siempre
es sentado en el suelo, como un malandrín, como un pintor callejero que
soy.
Ayer, después de mi dura y enconada discusión, pero muy
clarificadora para las dos partes,( me refiero a mi boceto ) pasé a ver a
mi zapatero, ese ser curioso que tiene su taller en el casco viejo de
la ciudad, un hombre afable y bonachón, que me tiene esperando mas de un
año mi último diseño de calzado para el estío, eran para el verano del
año pasado y aún no las tiene, ya hace una semana que ha vuelto a entrar
otro solsticio, espero poder estrenar esas zapatillas rojas, ¡si rojas!
¿Que pasa?, bien bonitas que son, o serán, mejor dicho. Ya ha comenzado
a hacer las plantillas, bueno, al menos ha comenzado. Fali, si me lees,
has el favor de termínamelas……..
De vuelta a casa me he encontrado un vencejo en la calle, estaba
herido, o era pequeño, no se, lo cierto es que respiraba muy
agitadamente y me acordé que en un reportaje había visto que estos
animales si caen al suelo, no pueden volar de nuevo, pues tienen una
envergadura de alas muy grande y eso les impide emprender el despegue.
Ni corto ni perezoso, lo agarro suavemente entre mis manos,
estaba caliente, blandito y con un tacto extraño, parecía más bien pelo
que pluma (sin doble sentido). Lo lance al aire muy fuertemente, pues
aun poseo una gran musculatura, producto por mi paso por el mundo del
deporte y voló, voló muy alto mientras le duró el impulso, para luego
estrellarse estrepitosamente contra el suelo, salió gente de los
portales, de las tiendas, pobrecillo decían, yo lo he visto como se
desplomaba desde lo alto, se habrá caído de su nido y no puede volar. El
que voló fui yo, que vergüenza, así que mi di la vuelta y me puse a ver
el escaparate que había a mi espalda, era una tienda de objetos de
segunda mano, mas bien de cosas viejas e inservibles, (me vuelven loco
esas tiendas) y vi unos preciosos trajecillos de niño pequeño, me
recordaron unas de las Fotos de Blanca Oraa,(por la forma de estar
colgados) Que lindos, que cosa mas simpática de ropita, pero estaban un
poco rotos, un poco, pasados de moda, un poco de muchas cosas. Pensé
¿quién podrá compara algo así? Pero mi mirada ya era más tierna, ya los
estaba rellenando de carne sonrosada, me llegaba la imagen de mi
sobrina-nieta Carmen, la cual aun no conozco.
Paseaba mas pausadamente después de los sucesos, pensaba en la
vida, en la familia, en esa niñita, y lo hacia porque horas antes había
recibido un sobre de Argentina, mi amiga Ángela Vadalá me mandaba unas
maravillosas cositas para la niña, unas bonitas frases, unos delicados
sobres de infusiones con bonitas y blancas imágenes de flores y palomas,
símbolos de paz y pureza, esos sobres, aun rezumaban el juego del amor
que habían estado infusionando para hacerme llegar ese aroma dulzón y
penetrante del amor.
Es el presente que envía Ángela Vadalá a mi primera sobina-nieta
para que sea introducido en la capsula del tiempo que le entregaré en
nombre propio y de mis amigos a sus padres para que la custodien hasta
su mayoría de edad.
Muchas gracias amiga por tan delicado y bonito regalo, y quedo permanentemente en deuda contigo
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