jueves, 27 de septiembre de 2012

DIBUJANDO EN LA CALLE I

  ………………. Había puesto  la música sin saber que había en reproductor de CD. , me tumbe en la cama sin mas, solo retiré mis chanclas de una patada, pues estaba cansado hecho jirones, pero feliz, había sido un buen día, me quedaba poco para terminar de dibujar el hermoso edificio que abre la calle Reyes Católicos esquina Gran vía de la ciudad de Granada ( recuérdenme que os enseñe una foto), era un edificio modernista bello muy emblemático, pero estaba cansado, llevaba mas de una semana en ello, borraba mucho no avanzaba apenas, la temperatura muy alta, pues comenzaba a las 5 de la tarde nunca marcaba el termómetro menos de cuarenta grados, sudaba mucho, pero hacia pocos días que comencé a ponerme camisetas diferentes cada día, de esas que yo mismo pinto y nunca me pongo, pues como era tan fotografiado, se merecían una imagen diferente cada día.
    Me sentía bien después de cada larga jornada de trabajo, la música invadía mi estancia era Shine On You Crazy Diamond, de Pink Floyd, seguía escuchando con deleite la misma música con la que crecí. Mi mirada perdida ( como siempre) y la mente en el aire flotaba, recordaba comentarios, miradas furtivas de los viandantes, otra tarde rodeado de turistas, pues en Granada en Agosto solo hay visitantes y así yo podía estar tirado en el suelo tranquilamente sin que nadie me conociera y pensara que era un pedigüeño mas.
      El regocijo me inundaba mientras me invadía un sopor muy profundo, aquella música me hizo ver un abanico multicolor de mariposas que volaban sobre mi cabeza y estoy seguro que no solo era por algún whisky que tomé antes de mi jornada de trabajo de campo. Estas maravillosas y multicolores mariposas giraban sobre mi hasta sentirme yo también muy etéreo, feliz y contento de ver como estos lepidópteros venidos de México y gracias a la teoría del caos, con sus leves aleteos estaban variando todas las condiciones iniciales con las que me encontraba en el momento de verlas cobre mi cabeza.
      Estos aleteos sublimes que me habían llegado gracias al buen hacer de mi amiga Albertina Tafolla se habían escapado de una bonita cajita de seda que las unía con finísimos hilos multicolores para que no se perdieran con alguna ráfaga de viento. Son cientos, miles de mariposas, no se cuantas, pues la verdad es que mi cabeza giraba y giraba tras ellas. Que bonito que día me había regalado la vida.
     Gracias Albertina Tafolla por tu obra tan delicada y por los detallitos con que recreas todas tus obras, me encanta el arte textil, de hecho estoy estudiándolo ahora y me siento muy feliz. Un abrazo a todos.

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