martes, 25 de septiembre de 2012

EL FINAL DEL CURSO LLEGÓ

              Todo aparecía nuevamente oscuro y triste, se presentaba otro día aciago en la tercera planta, ya solo podía ir mal la mejor de las veces, ya no se creaba, nadie hablaba, el jovial ruido de los pasillos hacia días que se había apagado, ya los estudiantes volaban hacia tierras mas tropicales a realizar sus maravillosos proyectos finales que luego serian masacrados por los reptiles y carroñeros que sobrevolaban desde muy temprano por la estancia.
       Las cuerdas pendían soñolientas desde lo alto de las crucetas, ya no estaban los tapices, habían sido retirados a zarpazos, mutilados y hecho jirones para alimentar la soberbia de algún viandante. Restos de lo que fueran guitarras, ojos, apacibles señoras tomando te habían sido devorados lentamente por la mano del juez. Incluso esos lirios negros, apesadumbrados y tristes de mi amiga Carmen habían desaparecido. Fue todo tan rápido que lo único que sentí fue una ráfaga de aire frío, muy frío. Sabia que el fin de todo había llegado, el suelo se cubrió de marañas de pelos arrancados de los furiosos tafetanes que se aferraban a la vida, esos nudos de alfombra se deshilachaban para sembrar el terreno y prepararlo para la nueva cosecha de comenzaría en Septiembre. Allí nuevas hordas de animales anidarían para que en primavera nacieran los nuevos retoños con todo su esplendor. Pequeños animalitos que crearan los que hasta ahora han sido mis compañeros.
       Desde la lejanía de la estancia se aprecia la fugaz mirada de alguna plañidera que recoge con mal gesto los restos del velatorio, van de negro riguroso, altas y enjutas, espaladas doloridas de las muchas noches de muerto que llevan, de noches de dolor y acompañamiento.
        La música dejo de sonar hace mucho, ya nada importaba, el tiempo se había consumido y solo quedaba esperar, sabia que no llegaría ella con su guadaña, un solo gesto de una pequeña tijera rompería toda una vida en amarillo y negro que había sido creada a modo de todos sus hermanos, hermanos que después de generaciones perdidos en cajones se lustraban para recibir a los nuevos parientes. Estos llegaban tristes y ojerosos, sabían que nunca mas volverían a colgar señoriales en los bastidores donde habían sido creados, ya nunca mas verían el sol desde el patio interior, nadie se deleitaría con su lento crecimiento, con sus pétalos colgando, con sus flores abiertas a la espera de que algún insecto las polinice.
     Ya todo terminado; inútilmente amontonado y terriblemente vejado quedaba el pasillo de las ilusiones, allí solo había cajas vacías trozos de ilusiones perdidas y alguna huella del paso lento pero inexorable de una etapa perdida, quemada inútilmente.
     Ya nada importaba, el tiempo se había parado, el reloj dejo de vaciar su arena hacia muchas jornadas para sumarse al silencioso y demoledor panorama.
      Ya no importaba nada otro curso dejaba la Escuela, otra promoción perdida en el limbo de los creadores. Pero ellos, los guardianes permanecerían apostados, esperando nuevas batallas, nuevas metas y nueva sangre que verter.

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