jueves, 27 de septiembre de 2012

EL DIA DE REYES

     Eran las diez de la mañana del día seis de Enero.,  Había visto todos mis regalos y los de mis hermanos, incluso había intentado jugar a algo sin conseguirlo por la intensidad del momento, todo eran risas y alegría, pero ya estaba notando el desasosiego propio de la bajada de adrenalina tan fuerte que sentía siempre aquel día tan especial, tan deseado y soñado. Estaba sentado en el suelo, ya un poco retirado de los juguetes de los papeles arrugados, incluso de los caramelos multicolores que salían de los zapatos.
   Era una sensación que ya conocía y no me gustaba nada, pues sabía que pronto me encontraría en la caida libre esa tan desconcertante y trágica a la que me enfrentaría ya por el resto de mi vida y por diferentes circunstancias, unas internas ( las mas) y otras por circunstancias que no podía controlar. En aquel momento ya terminaba todo, desaparecía la ilusión, notaba que se me escapaba algo importante que portaba dentro de mi y que ya nunca recobraría, este trágico desenlace seria la sombra que acompañaría a este ser miserable durante el resto de sus días. Ya ni la famosa sonrisa falsa podía esconder la fría y calculadora mirada del monstruo que crecía en su interior y que se asomaba cada cuanto a ver los destrozos que iba dejando a su paso.
     No era Enero, pero también hacia mucho frío, no era el día de los Reyes Magos, pero había sido agraciado con una muestra de amistad desde tierras lejanas, desde el país del mate y el tango, entre bailes y sonrisas me llegaba un presente digno de dioses que amargara al monstruo que habita en mi interior, este  un librito que entre dobleces, tal y como era su receptor  se podía ver desde distintas formas, ¡que bien! Pensé, así siempre se puede adaptar en forma y lugar a mi personalidad.
    Este libro, laberinto sinuoso que te atrapa y te hace sentir dulce y tierno, delicadamente te va introduciendo hacia su interior para dedicarte solo una palabra ¡TE AMO!, si ¡TE AMO! pone, mientras que el tren de la vida se aleja a gran velocidad entre risas y corazones rotos.
    Es un libro realizado con una gran ternura y delicadeza que quizás yo en este momento sea incapaz de interpretar. Esta ventana que me brinda mi amiga  Anahí Gentile me ha dejado sentir una suave brisa de aire puro a mi ser.
  Muchas gracias por tu obra y espero que sigas tan vital y profunda siempre. Un abrazo.

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