viernes, 28 de septiembre de 2012

LA LUNA AZUL




               La  luna azul es la segunda luna llena ocurrida durante un mismo mes del calendario gregoriano lo que sucede aproximadamente cada dos años y medio.
       Los meses del calendario gregoriano, salvo febrero, tienen una duración superior al lapso de tiempo entre dos lunas llenas (ciclo lunar) que es de 29,5 días. Es por eso posible tener dos lunas llenas dentro de un mismo mes.
       Entre tres y siete veces en cada siglo hay dos lunas azules en un mismo año. Debido a que el mes de febrero es el único cuya duración es inferior al ciclo lunar, la primera siempre se produce en enero y la segunda, en orden decreciente de probabilidad, en marzo, abril o mayo.
      Las siguientes lunas azules se producirán en agosto de 2012, julio de 2015, enero y marzo de 2018, octubre de 2020, agosto de 2023, mayo de 2026, diciembre de 2028...
    El calendario mexica, llamado haab por los mayas y xiupohualli por los pueblos de habla náhuatl es una denominación impropia del sistema de medición de tiempo empleado por los pueblos de Mesoamérica.
    Este sistema tiene dos versiones: el llamado calendario maya, dedicado a la medición de ciclos astronómicos, y el llamado calendario náhuatl o mexica, de uso civil. Ambos se basan en la interrelación de un año sagrado de 260 días con el año vago (natural) de 365 días, lo cual forma ciclos de 52 años llamados Fuegos Nuevos.
     Dos ciclos de 52 años forman un huehuetiliztli (ancianidad), es decir, 104 años. A su vez, los Fuegos Nuevos se organizan en paquetes de veinte, que forman grupos superiores de 5200 años llamados "soles".
     El calendario de los mexicas comparte la estructura básica de los calendarios solares de Mesoamérica. Un calendario civil de 365 días (xihuitl) proporciona las referencias cronológicas para las actividades de la sociedad en su conjunto; al mismo tiempo, un calendario místico de 260 días (tonalpohualli), utilizado para establecer horóscopos y predicciones. La combinación de ambos produce ciclos de 52 años de duración que se denominaba Xiuhmopilli (atadura de años).
     Estaba yo con mis recién cumplidos  Fuegos Nuevos y a la mitad  de la “ancianidad” según el calendario maya, observando la luna. Sabía que aun tenían que pasar siete meses para disfrutar de la próxima  luna azul. Repasaba mentalmente todos y cada uno de los tropiezos de los últimos tiempos, buff, podría ir metiendo los pies en todos y cada uno de los cráteres del satélite que me miraban fijamente y caerme, para volver a levantarme, tantas veces que se me romperían  las rodillas, las piernas y todo mi ser.
     Que carga tan pesada llevaba en los últimos tiempos. Quizá el paso de mi primer y seguramente último ciclo me había destruido de tal forma, que quedaba exhausto en cada una de mis manifestaciones creativas, obras que sin pena ni gloria pasaban por mi vida como un tren de largo recorrido.
   En aquel tiempo estaba preparando un libro de artista para un intercambio internacional, este era el motivo por el cual me estaba interesando tanto en la luz que nos invade en muchas de nuestras tristes noches, la misma que nos ha perseguido por cielo y tierra, por mares y valles. Nos ha perseguido de noche y de día. Nunca nos ha perdonado, siempre caminando junto a nosotros en forma de sombra, arrastrándose dócil y apesadumbradamente para recordarnos lo efímero de la vida terrenal.
    Ya tenía casi todo preparado, muchas lunas, enormes y azules lunas, otras lunitas pequeñas, como preciosas bolas de ping pong que danzaban sobre negros mundos plagados de estrellas y astros, con sus lejanas nebulosas de formas fantasmagóricas.
     Lunas que alguien había depositado en mis manos para que las dejara escapar dulcemente entre mis temblorosos dedos.
    Había lunas reticuladas, entre recortes de periódicos, lunas en blanco y negro, había lunas rotas y lunas vivas, había lunas de todo tipo, pero todas ellas llenas muy llenas para completar nuestras vidas.
    Estas azules llamaradas de ilusión que se repartirán entre un puñado de amigos, espero que iluminen nuestras oscuras noches de insomnio y zozobra.

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